Día 16 de agosto, con gran sensación de nervios en el estómago, recibo el diagnóstico de malignidad de esa pequeña alteración del tejido, sin síntoma alguno, ACOMPAÑADA.
A partir de ahí, el proceso que vivo es un spring de pruebas médicas y de citas, siempre ACOMPAÑADA, y el mundo, pensaba yo, sigue rodando, aunque esté pasando por este momento tan desconcertante y de incertidumbre por mi propia existencia y la protección de mis hijas.
El proceso físico, emocional y espiritual que vive una mujer que sufre esta patología es hoy en día tan normal como único, cada una lo vivimos poniendo en acción nuestros valores más profundamente arraigados, el coraje, el optimismo o pesimismo, la prudencia, la intimidad o la amistad.
Además de gestionar nuestra dosis altísima de miedo, gestionamos los miedos de nuestros seres queridos, con los que decidimos conscientemente compartir esta etapa.
Que siempre una mujer con diagnóstico de cáncer de mama esté físicamente ACOMPAÑADA, que además se sienta emocionalmente ACOMPAÑADA y que ni el miedo, ni la pereza, ni un mero horario laboral te impidan hacerte pruebas para la detección precoz, esa que a mi me salvó y que me permite escribir estas palabras hoy.
Gracias a los grandes profesionales que, perfectamente coordinados, cuidan de todas nosotras. ACOMPAÑADAS, SIEMPRE.