Casi sin darte cuenta, pasas de mirar a tus padres con admiración y tener ganas de pasar todo el tiempo con ellos a preferir estar a solas en tu cuarto. Y pasas a valorar más la opinión de tus amigos y amigas, aunque los conozcas desde hace solo unas semanas; e incluso te molesta tener que salir con tus padres en público porque pueda parecer que eres un niño pequeño o una niña pequeña todavía. Es oficial, ha llegado la adolescencia y está aquí para quedarse. Serán aproximadamente cinco años de transición y no será fácil.
Además de la transformación de tu cuerpo, al que deberás aprender a querer y a cuidar, tu cerebro también está en plena «actualización de su software», y parece que trae un montón de parches y nuevas características. Esto supone nuevas perspectivas y habilidades, junto con un intenso deseo de encontrar tu propia identidad, sentirte libre, autónomo y capaz.
Tienes ganas de oponerte por sistema a todo lo que te proponen tus progenitores, y sientes que vives en una constante injusticia. Pero, si por un momento te pones en su lugar, puede que ellos también se sientan confundidos y que muchas veces no entiendan tu actitud.
Estas son algunas claves que pueden ayudarte para mejorar la convivencia en familia y la relación con tu padres:...