La psicopedagoga Mónica González Trigo advierte de los riesgos de someter a los niños a agendas cargadas de actividades fuera del horario escolar. Estimulantes y necesarias actividades extraescolares pueden convertirse en una pesada obligación que invade su tiempo de juegos y esparcimiento. De la mano de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, abrimos nuestro Manual de Padres
El estrés es una respuesta fisio-psicológica del organismo ante situaciones difíciles. La psicopedagoga Mónica González Trigo explica que hay un estrés ‘bueno’ y un estrés ‘malo’. El primero es el que ayuda a superar obstáculos; el segundo, en cambio, llega a provocar el bloqueo de la persona al sentirse incapaz de alcanzar un reto. En el caso de los niños, el comienzo del curso, las expectativas ante la llegada de nuevos profesores o compañeros, las dudas sobre la dificultad de las asignaturas genera el estrés positivo, que ayuda a estudiar.
Sin embargo, sumar a estos estímulos un exceso de responsabilidades, apuntados hasta a tres o cuatro actividades extraescolares, puede provocar una respuesta negativa y manifestarse con síntomas físicos como la pérdida del control de esfínteres, incluso en edades próximas a los 10 años. También se pueden mostrar más nerviosos e irritables.
Además de procurar que la agenda de los pequeños sea llevadera, Mónica González recomienda ser muy cuidadosos en el cumplimiento de algunos hábitos imprescindibles, como la alimentación o dormir lo suficiente. González recomienda que durante el curso no se acuesten más tarde de las 9 de la noche, los niños de primaria, y a las 10 en el caso de los de secundaria. Y nada de pantallas antes de dormir.