Los problemas tienen dos vertientes: por un lado, está el rendimiento académico y la forma en la que se aprende; y por otro está la parte emocional. Y son estos últimos los que son cada vez más visibles. «Lo que estamos viendo ahora es solo la punta del iceberg. Ya hay muchos casos que necesitan tratamiento», asegura el presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, Juan Antonio Planas, que explica con una metáfora las consecuencias que puede traer la pandemia en el carácter de los jóvenes: «Los adolescentes son como un coche en una línea de montaje. En cada momento vital la máquina les pone una pieza, pero si ese momento pasa y la pieza no ha llegado ya no hay vuelta atrás». Quedan incompletos.