Los adultos, bajo el paraguas "te lo digo por tu bien" o "no, porque no se puede, y punto", les entregamos a los adolescentes una lista de cosas que no deben ocurrir. Pero, ¿cuánto tiempo destinamos en la comunicación con nuestro adolescente a dar vuelta a esa lista y pensar juntos cuáles son esas cosas que sí pueden hacer y cómo las pueden hacer, sin olvidar recordarles cuáles son esas situaciones que no son negociables y no pueden suceder?